El rumor circula hace rato. Cada vez son más las que, entre risas, se cuentan lo bien que lo pasaron en la última despedida de solteras de la que participaron. Algunas, en cambio, mantienen un implacable rictus y aborrecen lo sucedido. Lo cierto es que los festejos en que las amigas “despiden” a la novia dejaron hace rato de ser un simple “tecito” o una velada en que lo más osado era regalarse chocolates con formas fálicas.
Una egresada de un tradicional colegio inglés –que como muchas prefirió mantener su nombre en reserva- se ha encargado de la organización de varias despedidas. “Nosotras ponemos una cuota de unas 10 lucas y nos juntamos a comer y tomar en una casa. Ahí hacemos juegos típicos como cuestionarios a la novia. Después arrendamos una micro para que nos vaya a buscar a la casa y nos lleve a bailar (el bus también las va a buscar a la salida de la disco). En la última oportunidad le pedimos al vedetto que se vistiera de paco y parara la micro en el trayecto, por lo que hizo el show sobre ruedas. Pero le advertimos que no quedara en pelotas”.
Estas celebraciones contemplan la participación de alrededor de quince mujeres, generalmente el círculo íntimo de amigas más amigas de universidad y trabajo. La cuota varían según la necesidades, pero con ellas se pagan los bebestibles (generalmente pisco, ron, champaña), los adornos y el show de él o los vedettos. A veces se arrienda una cabaña o departamento, lo que encarece la cuota.
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