Los amoríos de hoy ya no se remiten a los coqueteos ni cartas, sino que tienen por campo de máxima expresión las nuevas tecnologías… a pesar de que algunos insistan en calificarlas como enfriadores de las relaciones humanas.
Investigadores privados consultados por este medio coincidieron en que el 90% de las sospechas de infidelidades se inician por el intempestivo uso intensivo de los servicios de mensajerías de celular y el correo electrónico. Y los profesionales hoy tienen sistemas que operan como “sabuesos” en la red para verificar los casos que les encargan.
A ellos se suman exigencias cada día más comunes, como la de tener la clave de acceso a los correos electrónicos de la pareja, lo que implica una serie cuestionamientos éticos. “¿El fin justifica los medios? El que yo crea que mi pareja es infiel ¿justifica que le revise el celular, el correo o lo mande a investigar? Hay parejas de que cuando hay amor, no hay secretos, ¡pero eso es mentira! ¡todos tenemos algo que no queremos que se sepa!”, exclama el sexólogo Andrés Moltedo.
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