Con 99 postulantes en carrera, un supuesto techo legal que las pone en el Olimpo nacional y una competencia desatada entre dos bloques que nunca estuvieron tan cerca de equipararse, Viña del Mar y Valparaíso han comenzado a vivir las que serán las campañas municipales más caras de la historia nacional.
Ambas son las ciudades de Chile que tienen el mayor permiso de gasto de parte de la ley de financiamiento electoral, que para algunos sólo opera como un piso referencial más que un límite de cuánto es lo que se puede gastar en la realidad.
Gracias a su enorme padrón electoral, en Viña el máximo legal ocupable y reembolsable por un candidato a alcalde son $107.267.560 y $53.633.780 para un concejal. En Valparaíso baja a $104.316.864 y llega a la mitad para quien desee ser edil.
Ambas están muy por encima de los $101 millones permitidos en La Florida; los $100 millones en Maipú; los $89 millones en Las Condes; o los $79 millones en Concepción, según lo estableció el Servicio Electoral (Servel).
Estos montos hacen que los calculistas electorales estimen que conseguir cada voto le va a costar al candidato a jefe comunal entre $590 y $599. Es decir, si usted es ciudadano, su decisión cuesta el equivalente a algo menos que un pasaje entre la Ciudad Jardín y el Puerto.
“Estas son ciudades muy relevantes. Acá es inevitable que las campañas sean más caras (…) porque además cada punto en Viña del Mar tiene una gran importancia en el concierto nacional”, reconoce Hernán Pinto, ex alcalde de Valparaíso y coordinador democratacristiano de las campañas de toda la intercomuna y San Antonio. Y nadie quiere quedarse atrás.
En los comicios del 2004, el candidato de la Concertación y ex alcalde de Viña del Mar, Jorge Kaplan, declaró gastos por $74 millones. Según los antecedentes allegados al Servel, fue bastante menos que los $83 millones que dispuso su contendora y vencedora Virginia Reginato (UDI).
Aunque en esta carrera ella es amplia favorita frente a Juan Arriagada (DC), la coordinadora de la campaña del gremialismo en la comuna y hermana de la autoridad, Mafalda Reginato, asume que “seguramente en esta oportunidad las cifras serán similares”.
“Es que es difícil hacer campaña y gastar menos que la anterior. De todas formas, la mejor campaña de la alcaldesa han sido sus 4 años de mandato”, añade.
CARRERA CARA
Llama la atención las enormes cifras en juego. Pensando como un incauto, considerando que alguien gastara el límite permitido y que todo saliera de su bolsillo, el retorno de la inversión no cuadraría como un buen negocio.
Si alguno de los postulantes por Viña se entusiasmara, apostara por lograr la mayoría y gastara los $107 millones autorizados, pagaría lo invertido sólo 29 meses más tarde de haber asumido la alcaldía, considerando que el salario asignado para el jefe comunal de la Ciudad Jardín asciende a $3.608.097 mensuales brutos.
Por suerte para todos ellos están los préstamos bancarios, los aportes de los financistas privados, el retorno que hace el Estado y el aporte que realizan los propios partidos de los dos grandes bloques, que son los que cuentan con los mayores recursos, a diferencia del novel Partido Regionalista de los Independientes (PRI) o la izquierdista colectividad Juntos Podemos.
Al menos en el caso de la DC y en Renovación Nacional, las cúpulas nacionales aprovechan el dinero fiscal que reciben para su financiamiento y ya enviaron el material publicitario como volantes, postres, calendarios, “palomas” y la folletería que ha comenzado a quedar botado en la calle y no en la casa de los potenciales votantes. Por el contrario, en la UDI viñamarina aseguran que aún no llega nada desde Santiago y todo lo que se ha publicitado por distintas vías ha sido pagado por los propios candidatos.
¿TECHO O PISO?
Si en Chile hablar de platas siempre es incómodo, en política lo es aún más. Todos los entrevistados reconocen que esta campaña será históricamente cara, pero nadie quiere detallar cómo es que financiarán la empresa.
Cada candidato tiene su propio administrador de campaña, los que al menos en el caso de los partidos grandes fueron sometidos a un exhaustivo proceso de capacitación para llevar los registros y estar dentro de la ley que regula los gastos y su reembolso. Sin embargo, un alto personero de la política local consultado por “El Observador” reconoce que existen varios mecanismos para gastar más de lo permitido.
“En realidad ese techo que quiso poner la ley funciona más como un piso”, asegura.
Una de las que podría usarse para aprovechar mejor las platas fiscales es la estrategia de asociar los candidatos a alcalde con los que van a concejales. Como estas últimas campañas son más baratas y en comunas como Viña o Valparaíso de todas formas tienen un alto monto a invertir ($53 y 52 millones, respectivamente), es probable que la publicidad compartida vaya al fondo del postulante a edil y no a la de quien pretende ser jefe comunal, con lo que todos optimizan el dinero.
“Con eso los candidatos a concejales usan sus cuentas para incorporar las gastos de los alcaldes. Claro que siempre puede darse la posibilidad de que el gasto vaya compartido, pero los candidatos a concejales no suelen gastar todo”, establece el especialista.
Otro entrevistado asegura que la ley que pretende regular las platas adolece de fallas que la hacen vulnerable, como es que revisa sólo los antecedentes proporcionados por los candidatos, que por lo tanto incorporan sólo lo reembolsable, sin importar que hayan gastado más de lo establecido.
El experto añade que también tiene el inconveniente de que el Estado no cuenta con fiscalizadores para cumplir con la tarea de revisión (lo que ahora será más difícil con el histórico número de candidatos); y que las sanciones a las que se exponen quienes vulneran la norma son menores si se comparan con lo que se dispone en países como Estados Unidos, donde romper la regla puede significar hasta la pérdida del cargo conseguido.
Algunos partidos como el socialista han optado en elecciones anteriores por la vía de que sus postulantes endosen sus cuentas a la colectividad, por lo que el candidato no se hace cargo de ningún gasto.
De todas formas una de las vías más utilizadas para conseguir liquidez es la línea especial que habilita para estos casos el Banco Estado, que hace un cálculo de cuánta votación podría tener el postulante y le facilita el dinero para la campaña, “aunque con un pequeño castigo respecto a los $590 que cuesta cada sufragio”, dice uno de los consultados.
POR QUÉ TANTA PLATA
La popularidad y favoritismo de la alcaldesa Virginia Reginato es innegable en estas elecciones. Así las cosas ¿amerita gastar al menos lo mismo que el 2004? Todo indica que sí, dada la presión que le ha puesto la propia Alianza, que ha pregonado a los 4 vientos que quiere convertirla en la contendora con el mayor nivel de adhesión de Chile.
Es que para el conglomerado ella se ha convertido en un símbolo de buena gestión, a pesar de los duros ataques que se le han prodigado en los últimos meses por la contratación sin licitación de la empresa Gestión Municipal Avanzada (GMA, ligada a la UDI); los sobresueldos a 13 funcionarios de su confianza para que fiscalicen el contrato de concesión del Casino Municipal; y a que obtuvo su licencia de enseñanza media rindiendo 8 exámenes en 3 horas en un colegio de Colina.
“Yo creo que tanto ataque les ha jugado en contra, porque la gente está molesta con tanta acusación y se siente más cercana a ella”, responde la coordinadora UDI, Mafalda Reginato.
Y si ser la primera mayoría ya sale caro, la cuenta crece si se considera que la apuesta del aliancismo es lograr que 6 de los 10 concejales sean de sus filas para asegurarle un respaldo pleno en un presunto nuevo período, por lo que los candidatos deberán extremar sus finanzas para robustecer sus campañas, sobre todo si se considera que parte importante de los candidatos tienen una experiencia menor en la política contingente de Viña, a excepción de Eugenia Garrido y Andrés Celis, que buscan la reelección.
Del otro lado la cuestión no es más sencilla. El democratacristiano Juan Arriagada decidió dejar de ser el concejal más votado del oficialismo para convertirse en el abanderado de la Concertación, en este caso apoyada por la cúpula del Partido Comunista. Sin embargo, sabe que no es el favorito y él descarta que esté corriendo las municipales pensando en convertirse en el próximo candidato concertacionista a la Cámara de Diputados por la zona, en los comicios de diciembre del 2009.
“Él cree en lo que está haciendo. No desconocemos que si saca una votación alta se posiciona como candidato a diputado, pero él y nosotros estamos en una campaña para la alcaldía”, insiste el coordinador de campaña, Hernán Pinto, quien reconoce que no están dispuestos a retroceder en apoyo.
Por más allá que vaya dividida, la histórica Concertación tiene 20 candidatos al concejo, lo que augura que también habrá que meterse la mano hasta el fondo del bolsillo si quieren posicionarse en la mente de los votantes.
Mañana parte septiembre y por más que la ley diga que la propaganda está autorizada sólo para partir desde el 26, es un hecho que la carrera en la calle y en todos los medios imaginables empieza a desatarse con fuerza. Ojalá que tanta plata que se gastará en este mes y medio valga la pena, se haga de manera transparente y tenga por objeto dar a conocer ideas, y no tan sólo frases clichés y rostros retocados gracias a la magia de la tecnología.
Publicado por El Observador de Viña del Mar el 31 de agosto de 2008
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