Su respaldo a la norma de construcción antisísmica que rige en el país, entregó el ingeniero estructural del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Santa María (USM) y profesor de Ingeniería Sísmica, Carlos Aguirre, quien pidió diferenciar entre un edificio antisísimico y la posibilidad de que sufra cero daño.
“Ante un sismo de esta naturaleza, la gran cantidad de grietas, desprendimientos y la tabiquería rota son daños que están relativamente presupuestados”, reiteró.
Sin embargo, también diferenció las cosas. “Los edificios pueden quedar muy dañados, pero no debieran colapsar”, comentó ante lo que ha pasado con muchas construcciones relativamente nuevas en Viña del Mar y otros puntos del país.
El ingeniero de todas formas apuntó que por una cuestión de costos es inviable levantar inmuebles inmunes a este tipo de desastres naturales.
“Las personas no están dispuestas a pagar varias veces el valor actual de sus viviendas para mejorar la protección sísmica de sus departamentos (…) Es difícil pensar en encarecer el valor de las viviendas para protegerla de eventos sísmicos que ocurren cada 80 o más años, y aún más difícil pensar que alguien estuviera dispuesto a pagar ese precio. Una vez que las personas están protegidas resulta más barato reconstruir la vivienda después del terremoto”, analizó.
Aguirre añadió que si se elevaran las exigencias con el fin de hacer inmuebles indestructibles el segmento que se vería más afectado sería el de la vivienda social, porque sus precios se encarecerían al punto que muy pocos podrían comprar un bien.
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