La imagen de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi sugiere la superioridad moral de la belleza. Sylvia (la rubia despampanante de La Dolce Vita) tras pedirle a Marcello que vaya a buscar leche para un gato callejero se deslumbra con la bella fontana y con completa libertad se baña dejando que el vestido mojado deje ver su exuberante figura. La imagen es la de una diosa angelical y pecaminosa completamente libre y la libertad es bella.
Marcello Mastroianni con toda su intelectualidad se derrite ante su blonda hermosura y busca sin éxito declararle su infinita admiración balbuceando con torpeza una pseudo declaración: «Tu sei la prima donna del primo giorno della creazione, sei la madre, la sorella, l’amante, l’amica, l’angelo, il diavolo, la terra, la casa”.
Hace pocos días en Roma murió Anita ekberg, la más bella de las musas de la historia del cine. Fue Miss Suecia en 1955 y desde entonces se dedicó al cine donde trabajó con importantes actores como Vittorio Gassman, Jerry Lewis, Dean Martin, Vittorio de Sica, John Wayne, etc. Sin embargo siempre será recordada por la famosa escena de La Dolce Vita de Federico Fellini de la que hablaremos a continuación:
La compleja obra del maestro de Rimini hace que la presencia de la Ekberg parezca un injerto extraño en el collage cotidiano de la vida romana de los años sesenta de la pasada centuria. Los diversos episodios del film están todos basados en situaciones grotescas vividas en la Roma del milagro económico y el nexo de la historia lo constituye su protagonista, Marcello Mastroianni.
La Dolce Vita puede entenderse como una crítica al arribismo, al hedonismo y a la patética aristocracia romana, pero también como un quejido desesperado y suplicante ante una perdida de genuina moralidad. Quizá ni el propio Fellini lo tuviera tan claro.
Roma no pudo ser mostrada en todo su esplendor por ningún director romano quizá porque la belleza de la ciudad eterna sólo se percibe en su majestuosidad por quienes vienen desde afuera. Así, fue el romagnolo Federico Fellini, quien supo cómo exaltar la belleza de Roma.
Sin caer en la postal para turistas como el modestísimo film Vacanze Romane, pero sin miedo a las exageraciones, se atrevió a filmar en uno de los escenarios más sublimes del mundo el baño de la despampanante Anita Ekberg. La escena es el colmo de la belleza. La naturalidad de los acontecimientos ocultan que la protagonista moría de frío y que debía ser frotada con alcohol entre toma y toma. La mirada del genio nos permite hasta hoy disfrutar del emocionante cuadro, pero nada sería lo mismo sin su musa.
Hoy nos toca despedir a la inspiración misma y lo hacemos con total gratitud hacia Anita Ekberg. La imagen nos sigue acompañando en nuestras memorias y deseos.
Dejar una contestacion