La cita, realizada el 3 de septiembre en el patio central de la Universidad Santiago de Cali, tuvo además una performance actoral literaria, bastante provocativa, que fue muy bien recibida por los estudiantes, pero que causó bastante revuelo entre las autoridades de esta tradicional universidad católica colombiana.
A continuación el texto de la presentación efectuada por Inostroza, la que fue escuchada en silencio por los asistentes y largamente aplaudida por el público:
«El libro De-claro del poeta Rodrigo Peralta, Editorial Ventana Abierta, 2011, no es poesía intelectual, es poesía desde la emoción, desde la experiencia sentida, poesía del gesto del no olvido.
En el comienzo de este libro de 28 poemas, Peralta, nacido en Santiago en 1973, toma posesión del yo, a través de la trizadura de la sangre, en una humanidad sin sentido, intrincada como la reescritura de su vida y de la historia chilena de los últimos cuarenta años, en un constante juego de espejos, de ires y venires entre el yo y el nosotros.
En este compacto periplo textual el amor aparece como un presente continuo, que permite darnos cuenta de la emoción que nos embarga, que nos llama a no viajar solos, con el alcohol que nos acompaña fielmente.
Con el devenir de la vida-texto, inevitablemente asalta al poeta la tristeza del desamor, la nostalgia por una mirada que no traicione, la apariencia del rostro, la paradoja del engaño; lo que le lleva al margen, donde habita la desconfianza, donde sobreviven heridas que no paran de sangrar, que no sanan todavía, como un reflejo de la patria. La vida como un tango, el dolor de la existencia.
A partir del poema De-claro 3 surge la fortaleza del dolor, lo que no significa el olvido del antaño. El poeta Peralta, como todos, necesita dormir un poco para recuperarse, para luchar por el futuro.
Para esto, ya conscientemente, debemos hacer de la memoria del dolor una sensación familiar, común a su generación, a una ciudad, a una geografía; no olvidar la desesperación del ciudadano. Peralta nos enseña que la creación salva sin saberlo, así como los amigos y el alcohol son para toda la vida. El poeta es un testigo lúcido y emocionado, que guarda los recuerdos como los juguetes de la infancia.
En nuestra humanidad, Peralta nos hace sentir el recuerdo del hastío, el calor de la tortura (a estas alturas inaceptable); la ciudad sofocante, que gatilla sensaciones, memorias; para caer nuevamente en la lucidez de estar en medio del espejismo de la vida, del centro del poema.
En Contrapicado, el poeta coloca la verdad sobre la mesa (las fotografías bajo la mesa), la vida de barrio, el silencio de la verdad, donde tenemos crédito, donde pagamos las cuentas. A pesar de todo, el yo se manifiesta constantemente en los objetos propios, como en un sueño del que no se quiere despertar.
En Plano Cerrado, el poeta plantea el rencuentro e insiste: no estamos solos; el poeta se convence y nos convence, recuerda el amor; continúa el viaje por el texto, la sed de infinito, de agua infinita, la humedad del deseo que nos mantiene en pie.
En esta posición, reaparece el ideal de mujer, la mujer imaginada, la mujer que necesitamos, la única en aquella noche, la del lugar maldecido, marginado, lugar de cuerpos, lugar del valor. El poeta recibe y ofrece una carta de antaño, un amor prohibido, espantando al mundo. En un Domingo de Hotel, de madrugada, una pareja en sometimiento mutuo, como todos; cuerpos que se funden y desaparecen.
Luego, como siempre, la huida, el abandono; el camino del olvido, la gran voluntad para no equivocarse. El instante justo, cuando la relación está muriendo, descomponiéndose, cuando ya no estamos aquí, en una espera innecesaria, como fantasma que asedia el privilegio del insomnio.
El poeta, Después del Almuerzo, arranca y retorna a la ciudad de Santiago de chile, donde pertenece, en evocaciones de sangre y dolor, en evocaciones de besos de mujer, como espejismos que hacer huir. El Ruido de la madrugada en la ciudad, la verdadera ciudad, la soledad del único habitante, la ciudad que llevamos dentro, objetos minuciosos de la memoria.
El espejo, la reclusión, el jardín que nos llama. Una poesía plagada de imágenes, una poesía que narra y declara. Una poesía que es historia y que se sumerge en ella.
Una poesía que personifica en una mujer sola en una habitación, con música de Coltrane, bebiendo vodka, autosatisfaciéndose, en una evocación cíclica en la cual la vida es la muerte. LO es lo femenino, lágrimas impredecibles, el riesgo de entregarse, esconderse, silencio, sospecha, el asco del recuerdo, dormirse como esperanza.
En la conclusión del libro, la Uva y Un Hombre, El Hombre, la fruta del deseo de la tierra, el grano del reloj, el agua que cae dentro de la boca, la belleza que nos mira. Un Hombre, la ciudad, todos los hombres.
El hombre es la patria herida, el siguiente día se repite, un cortafuegos en plena calle, para que no pasen las traiciones.
La intensidad del libro de Peralta nos arrastra a una experiencia textual y vital, del viaje hacia el Yo, hacia la ciudad, hacia las huellas de los otros Yo, de los que han hecho el viaje antes que nosotros, para condolerse, para pulsear el presente, para volver a la habitación del espejo, del miedo, de la felicidad engañosa y transitoria.
Álvaro Inostroza Bidart, Bogotá-Barlovento, Colombia. Agosto-septiembre 2012″.
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