¿Fin de la ‘Era Pep’? La verdad está allá afuera

Cristobal RojasCon el correr del tiempo, fuimos viendo cómo el equipo de Pep Guardiola iba cediendo algunos puntos, inesperadamente, en la liga local y que el Real Madrid de José Mourinho, a tranco arrollador, destrozaba a los rivales que se le iban poniendo por delante; liga interesante, entretenida y que llegó a tener una diferencia de 12 puntos, la que fue rápidamente acortada por el Barcelona, llegando a estar, por momentos, a 1 solo punto de distancia.

El sábado pasado, fuimos testigos de la victoria “merengue” por 2-1 en el Camp Nou y como el torneo, virtualmente, viajaba a las estanterías dispuestas en el Santiago Bernabéu.

Por Europa, un cuadro azulgrana sólido, quizá sin brillar como en otras ediciones, pero sorteando sin mayores dificultades la fase de grupos. En octavos de final, golpe de autoridad del conjunto culé, goleada histórica de Messi incluida y un marcador global de 10-2 sobre el Bayer Leverkussen y parecía que se repetía la historia, que el Barca nuevamente no tendría rivales y que la quinta Champions League estaba al caer. Un 3-1 sobre el AC Milán en España ponía a los catalanes en su quinta semifinal consecutiva, pero sería ante los ingleses del Chelsea los que frenarían el tranco de campeón de los dirigidos de Guardiola. Más allá de los métodos utilizados para acceder al partido definitorio, el cuadro “blue” llegó con una sola misión: No perder. Y así lo hicieron, en un entretenido partido (monologo, si se me permite), los londinenses salieron a cumplir con su parte del libreto: Todos atrás y Dios de 9. Y resultó. Los goles de Ramires y Fernando Torres configuraron un marcador de 2-2 y el paso a su segunda final de Champions League, pero lo central aquí es el Barcelona y no el Chelsea, por tanto si quiere saber cómo se desarrolló el partido, puede leerlo acá.

¿El fin del segundo Dream Team? ¿Concluye la hegemonía del Barcelona? ¿Llegó la fecha de vencimiento del Paradigma Guardiola?

Preguntas que no pueden ser contestadas sin intentar, primero, resolver una cuestión que pareciera ser primaria, pero a estas alturas es filosofía: ¿Aprendieron a jugarle al Barcelona? ¿Están desmotivados los jugadores? ¿Expiró el plan?

Al parecer hay una única respuesta para todas las preguntas anteriores y es “Pues, sí”. Y no es que pretenda entregar una valoración tan simplista a una serie de cuestionamientos que parecen tan complejos, pero una cosa lleva a la otra. Tal vez la solución siempre fue ‘echarse para atrás’, creerse el cuento de poner ganarle y desmoralizar al gigante. Suena simple, ¿no?. “Esa es la idea que tenían todos los equipos para jugarle al Barcelona” está pensando usted, pero, créalo, no es así. La mayoría de los rivales sale a “perder por poco”, “a no hacer el rídiculo” y a “cerrar los espacios para que ellos dejen huecos atrás”. Mala fórmula, claro está

Pep Guardiola, el niño símbolo de La Masía, llegó a culminar un proceso de 15 años o más. Injusto resultaría atribuir todos los éxitos presentes al actual entrenador. ¿Un genio? Probablemente ¿Un gran DT? Por cierto. Como dice el famoso lema referente a la vida extraterrestre, para Pep “la verdad está allá afuera”. Y es precisamente en este punto donde su mayor rival le gana por paliza. Si Guardiola se ha caracterizado por su juego de gran posesión, ataque incansable, precisión de pase, juego de triángulos y agresividad defensiva, José Mourinho ha hecho suyo solo un concepto: ganar donde sea. No parece válido hacer esta comparación cuando Guardiola no ha dirigido, aún, fuera de Cataluña, pero es ahí donde tendrá que validar la tremendísima gestión en su actual equipo; en caso de lograrlo, se acaban todas las comparaciones: Pep se titula como el mejor entrenador en la historia de la humanidad galáctica, cerramos todo por fuera y nos pasamos la vida aplaudiendo y dando gracias a Dios por habernos dado la posibilidad de apreciar la majestuoisidad del 4-3-3 de Guardiola. Claro, deberá hacerlo sin jugadores como Xavi, Iniesta, Alves o Piqué; deberá hacerlo, seguramente, en un fútbol mucho más ansioso que el español, donde el toque hacia los costados o hacia atrás no es, exactamente, la idea que tienen los hinchas de un fútbol agresivo. Los hinchas catalanes son especiales; no tienen problema con volver a campo propio para volver a comenzar una jugada de ataque, intentando configurar un nuevo mapa que contemple espacios abiertos, listos para ser utilizados por sus delanteros.

¿Podemos hablar del fin de la hegemonía del Barcelona? No lo sé. Perder 3 partidos importantísimos en una semana, no significa nada más que perder la posibilidad de alcanzar los títulos en disputa. No se juega la vida de nadie (aunque así lo crean muchos); lo peor que puede pasar es que cambie la historia, dejar de ganarlo todo, dejar descansar los brazos de tanto levantar copas y aliviar los cansados cuellos de los jugadores de tanto tener que cargar con el peso de medallas; claro, este es un lujo que solo los elegidos se pueden dar. En otros casos, una semana como esta, significa poner en riesgo el futuro económico del club y lanzar por la ventana la posibilidad de poner en sus galerías algo más que algún trofeo amistoso obtenido con alguna generación afortunada de jugadores.

¿Podría ser más gradual el cambio? Por supuesto. De ganarlo todo a “no ganar nada” es demasiado brusco. Solo queda en disputa en título durante la presente temporada. La Copa del Rey, aunque para muchos sea un trofeo de segundo orden, para los catalanes significa algo más que seguir alargando su racha como el máximo ganador de este trofeo (25). La importancia de este torneo para los catalanes se resume en esta frase, lanzada por Gerard Piqué el año pasado

¡Españolitos, ya os hemos ganado vuestra Liga española, que os den!

¡Os vamos a ganar la Copa de vuestro rey!

¿El fin de la era Pep? Quizá. Pero hay que dejar en claro que si el entrenador deja el camarín del equipo, será porque él lo decida. Porque si hay un proceso que merezca ser respetado en el mundo, es este (sí, el de Bielsa también). Porque ha entregado un sinfín de alegrías a la afición culé (13 títulos oficiales en 4 años).

En este caso, el entrenador ha sido protagonista. Una llegada turbulenta; marginó a tres superclase como Ronaldinho, Eto’o y Deco; fue capaz de tirar por la ventana los millones de euros invertidos en el delantero sueco Zlatan Ibrahimovic y continuó con la revolución de Can Barca a lo largo de los años. Más allá que si el proceso llegó al final del camino, la verdad es que, difícilmente, se puede seguir subiendo cuando se está en la cima. Ahora, tanto Guardiola como Sandro Rosell y toda la plana directiva del club deberán decidir si el descenso se hará con paracaídas, como debe ser, o se lanzarán al vacío sin resguardo.

No fue el Real Madrid el que ayudó al descenso de la montaña, no fue el Chelsea, ni los arbitrajes, ni Mourinho: fue la gravedad.

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