Sin duda será un año marcado por las elecciones municipales lo que producirá que la política y su agenda de un giro hacia la forma tradicional y republicana de su ejercicio. Por estas y otras razones, como el desgaste del año recién pasado, hacen presumir que este será un año que tenderá a la desmovilización estudiantil y que la gran empresa del movimiento consistirá en trasladar la agenda educacional y sus demandas a un año, que como fue dicho, tendrá un menor sustrato movilizador.
En este análisis compartido se indexan dos términos que han sido reiterados por los dirigentes estudiantiles, estos son: ampliación y extensión del movimiento estudiantil. En estos párrafos pretendo contribuir al desarrollo político de estos términos, que en una primera lectura, parecen símiles.
La amplitud significa “aumentar el tamaño original”, lo que conjugado con la frase “ampliar el movimiento a otros sectores”, muy utilizada por los dirigentes, hace concluir que el contenido político de la palabra es convertir a otros agentes sociales en sujetos del movimiento. La amplitud pretende contener en las demandas estudiantiles no sólo a estudiantes, sino también, a otros partícipes de la sociedad chilena, así por ejemplo, pueblos originarios, trabajadores, etc. Lo anterior apunta a abandonar el carácter gremial de las demandas (y del movimiento).
Por su parte el término extensión, menos desarrollado aún en su significado político, significa “ampliar la superficie” lo que conjugado con la frase “extender el movimiento estudiantil a otras universidades” es incluir a otros agentes del movimiento, que no se han incorporado con plenitud a éste, a las demandas y acciones del mismo, aumentando así, sus actores naturales. La extensión pretende incorporar a estudiantes que originalmente no están organizados en la CONFECH como lo son los estudiantes de las universidades privadas y estudiantes de la educación superior que no son universitarios.
Ambos términos son parte de una lectura política que pretende salir al paso de un año 2012 que se presenta más complicado y menos propicio para ser resorte del “relato” estudiantil y responder al gran desafío del presente año: superar el carácter gremial de las demandas.
Con un movimiento estudiantil más amplio y extenso este podrá mantenerse en la agenda política y hacer frente a la estrategia persecutoria del Gobierno. El otro 50% necesario para que sea el año de las victorias, dependerá de la inteligencia, experticia y habilidad de sus nuevos dirigentes.
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