«Amanecer. Primera Parte” (2011), dirigida por el estadounidense Bill Condon, centra las acciones en dos momentos de la relación entre el joven vampiro Edward Cullen (Robert Pattinson) y la humana Bella Swan (Kristen Stewart): primero su esperado matrimonio y luna de miel; y luego su complicado embarazo, ya que el feto es mitad humano y mitad vampiro.
En ambos procesos está presente el joven hombre lobo Jacob Black (Taylor Lautner), que, como caballero que se precia de tal, sigue fiel a su amor por Bella, a pesar de las adversas circunstancias, configurando un triángulo de pasiones que, literalmente, hace gritar al poco crítico público adolescente presente en las salas, de lo cual puedo dar fe personalmente.
En la primera parte también tienen un rol activo los separados padres de Bella, el comisario de policía Charlie Swan (Billy Burke) y su ex esposa Renée (Sarah Clarke), que se despiden exageradamente de su hija antes del matrimonio, como si supieran que corren el riesgo de perderla.
En la segunda, el rol secundario lo asume la familia Cullen, a la cual ingresa formal y físicamente Bella; especialmente Alice (Ashley Greene) y los padres de Edward, el doctor Carlisle (Peter Facinelli) y Esme (Elizabeth Reaser), que al asumir este rol pierden mucho de su condición vampiresca, más aún que Jacob se pasea por la mansión del bosque como Pedro por su casa.
Por último, el soterrado conflicto entre vampiros y hombres lobo, se desata por el bebé en camino, ya que supuestamente rompería el pacto existente entre ambas especies, pero la verdad es que las razones son confusas y las peleas, más allá de su atractivo como tal, se sienten forzadas y artificiales, ya que el espectador tiene la certeza de que Renésme (así se llamará si es mujer) finalmente se convertirá en vampiro, al igual que su madre.
Dejar una contestacion