“Larry Crowne” (2011) es el segundo largometraje dirigido por Tom Hanks, quien también actuó, produjo y co-escribió el guión de esta nueva cinta; una comedia en tono menor, que al menos evita la estupidez, la grosería y la chabacanería de los diversos subproductos del género, con que nos atosiga el cine de Estados Unidos.
Hanks, de 55 años, había dirigido anteriormente “The Wonders” (1996), también una cinta sin pretensiones estéticas, pero que, como este estreno, evita el humor básico e intenta construir personajes y situaciones cotidianas creíbles y amables.
En “Larry Crowne”, el protagonista del mismo nombre (Tom Hanks) es un administrativo de una gran cadena de supermercados que, después de largos años, es despedido porque sus jefes se dieron cuenta que no tenía formación universitaria y no les bastaba que hubiese estado veinte años en la Armada recorriendo el mundo, claro que como cocinero.
Ante esta situación, se decide a estudiar y toma dos cursos: Economía Básica con el extravagante y motivador Dr. Matsutani (George Takei) y Oratoria con la profesora Mercedes Tainot (Julia Roberts), que se encuentra desmotivada por la enseñanza y en su matrimonio con un escritor en decadencia, Dean (Bryan Cranston).
La obviedad argumental de la cinta radica en la predecible atracción entre el simple, pero caballeroso Larry y la depresiva e inteligente Mercedes; personajes que por lo demás carecen de densidad, pero que gracias a las buenas actuaciones de Hanks y Roberts están dotados de humanidad y simpatía. Crowne se superará y se aceptará a sí mismo y Tainot volverá a creer en su vocación pedagógica, símbolos demasiado evidentes del permanente renacimiento de los valores del país del norte.
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