Tipnis sí, coca no

IMG_2644¡Tipnis si, coca no!, gritan miles de personas que copan plaza Murillo. El epicentro urbano del poder boliviano está abarrotado de ciudadanos venidos de todas partes, pero en rigor es la ciudad de La Paz quien recibe a los marchistas del Tipnis. Las campanas de la catedral y de las iglesias vecinas a Palacio Quemado, sede del gobierno del Presidente Evo Morales, se echaron a volar, y su estruendoso tañido eleva el vuelo de las tradicionales palomas.

Atestigüé el miércoles 19 un día histórico para Bolivia: la emoción embargaba el ambiente cuando a las 14:30 horas la marcha enfiló por la calle del Comercio, y entró a la plaza. La gente irrumpió en aplausos, gritos de “Tipnis si, coca no”, se mezclaban con banderas impresas con el lema “Tipnis somos todos”, o “Bienvenidos a La Paz”.

El objetivo de los más de 2.500 marchistas indígenas, fue la defensa de su tierra, expresada en evitar que la carretera, Villa Tunari-San Ignacio de Moxos pasare por medio del territorio indígena y parque nacional Isiboro Sécure. Marcharon desde Trinidad, Beni, por más de 60 días exigiendo al gobierno el respeto del Tipnis. ¿Veremos en nuestro Chile similar esfuerzo para evitar la consolidación de HidroAysén?

Bolivia se convulsionó con esta marcha, producto de la colosal caminata, que en su tramo final implicó sortear los 3.000 metros de altura para llegar a la capital, pero que antes tuvo que soportar, climas tropicales, lluvias frías, amén de una espesa neblina que hacía invisible el camino y ocultaba los barrancos.

A pesar de todos los impedimentos, los esforzados marchistas antes de su arribo, habían logrado la suspensión de la Asamblea legislativa que debía aprobar la ley corta del referéndum sobre el Tipnis, y a la vez que los legisladores tomaran la posta para establecer un diálogo con los “originarios”, que se oponen a la construcción de la carretera. Para el gobierno era un proyecto de vital importancia para el desarrollo nacional, no obstante la iniciativa fue minada -entre otros factores- por la brutal represión policial del 25 de septiembre, lo que hiciera que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pidiera al Estado de Bolivia, garantizar la integridad física y seguridad de los manifestantes.

Ocurrían estos hechos al mismo tiempo que en Santiago de Chile, se reprimían las manifestaciones estudiantiles del miércoles 19, y nuestros congresistas aparecían otra vez irresolutos para conducir debidamente las demandas ciudadanas, las que se prolongan por más de 5 meses. Sobra agregar que el gobierno del Presidente Piñera perdió una oportunidad de oro para liderar una reforma educacional estructural, la Concertación hizo lo mismo en 2006. En ambos casos en vez de responder a sus electores, los parlamentarios se han postrado genuflectos ante los poderes fácticos, ¿estarán ahora a la altura de su tiempo?

En La Paz, obligado por los marchistas y gran parte de la ciudadanía, el presidente Morales ha enviado a la Asamblea Legislativa Plurinacional, una serie de modificaciones al proyecto de ley original, destacándose explícitamente que: “Se dispone que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, como cualquier otra, no atravesará el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure”. Sus detractores se contentan de que se ha detenido el proceso, aquel de llevar a Bolivia a vivir una “petrodictadura”. ¿Y en Chile de qué nos contentamos?

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