Quiero matar a mi jefe

Afortunadamente hay una línea alternativa a los comedias “idiotas” y “groseras” en el cine estadounidense, cuyas principales características son un corrosivo humor negro y guiones delirantes, que manifiestan subterráneamente un afán de crítica al modelo y al sistema de vida del país del norte, lo que alguna vez se llamó “el sueño americano”.

La cinta paradigmática de este subgénero es “Pánico y Locura en Las Vegas” (1998), que dirigió Terry William y que es un viaje alucinado y sicodélico al centro mismo del ser estadounidense: los oropeles y vanidades de Las Vegas, símbolo de la artificialidad y el poder. Los hermanos Coen también han tenido grandes logros en este tipo de comedia, entre ellos, “El Gran Salto”, “Educando a Arizona” y “El Gran Lebowski”.

Últimamente, en este tipo de cine se inscriben también las dos cintas “¿Qué pasó Ayer?”, aunque éstas superan por momentos la fina línea entre humor y grosería, entre sutiliza y facilismo.

“Quiero Matar a mi Jefe” (2011), dirigida por Seth Gordon, se inscribe en esta misma línea, con bastante acierto; en gran medida por la elección de los actores, tanto protagónicos como secundarios, que otorgan el tono preciso a esta parodia sobre las relaciones laborales y el mundillo del trabajo.

Gordon, de 37 años, había dirigido anteriormente dos largometrajes: “Squirt” (2002) y “Cuatro Navidades” (2005), que no se habían estrenado en Chile; por lo tanto se debe estar atento a su producción, para ver si persiste en esta línea de comedia, bastante sarcástica y personal.

En “Quiero Matar a mi Jefe” se cuenta la historia de tres amigos que tienen problemas con sus jefes. Nick (Jason Bateman) trabaja en una gran empresa y supuestamente está a punto de ascender a vicepresidente; por lo cual se saca la mugre trabajando y se somete a las exigencias y abusos de su déspota jefe, Dave Harken (Kevin Spacey).

Dale Arbus (Charlie Day) es asistente de una ninfómana dentista, Julia Harris (Jennifer Aniston); de la cual no haya como escapar, ya que no quiere engañar a su novia. Kurt Buckman (Jason Sudeikis), gerente de una pequeña empresa, es el único que no tiene problemas originalmente, ya que es muy amigo del dueño, Jack Pellit (Donald Sutherland), el cual muere de un infarto, asumiendo su mediocre y odioso hijo, Bobby (Colin Farell), que se dedicará a perseguirlo y torturarlo.

Casi como un juego, decidirán matar a sus jefes, iniciándose el segmento más desaforado del filme, con enredos y situaciones jocosas. Acudirán a un supuesto asesino a sueldo (Jamie Foxx), personaje que deja a estos típicos estadounidenses en el más absoluto ridículo, como casi todo lo que ocurre en la cinta.

Los mejores momentos de la cinta precisamente son aquellos en que la parodia y el humor negro dominan las situaciones y dejan claro que detrás de las luces y del cartón piedra, el sueño americano sigue siendo una ilusión.

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