Harry Potter y las reliquias de la muerte: II Parte

Con el éxito de la saga de Harry Potter , que se inició en 2001, quedó nuevamente reinstalado el cine como espectáculo de masas; estableciéndose además que el público joven es el segmento natural para este tipo de cintas, que se podría definir como cine fantástico de aventuras; ya que movilizan adicionalmente a los más pequeños y al resto de la familia, en un verdadero fenómeno sociológico.

Desde el punto de vista estético, como fuera en sus inicios el cine masivo, hay varios rasgos reconocibles y que marcan un estilo en las más logradas de estas películas: guiones sólidos, personajes desarrollados y creíbles, utilización de buenos actores y efectos especiales al servicio de la historia.

En “Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: II Parte” (2011), dirigida por el británico David Yates, última de las ocho cintas de la saga, basadas en la heptalogía de la escritora inglesa J.K. Rowling, se reiteran estas características, acentuándose incluso algunas de ellas, como es la aparición de todos los personajes de la serie, que fueron interpretados por actores importantes, aunque sea unos segundos, como un modo de valorizar esta última entrega.

Desde el punto de vista del guión, el filme enfrenta con mediano éxito el hecho de que los personajes y las acciones deben llegar a un desenlace satisfactorio, desde el punto de vista narrativo como de la lógica interna de su evolución y de las características mostradas en las películas anteriores.

En esta versión final, Harry (Daniel Radcliffe), junto a sus inseparables amigos Ron Weasley (Rupert Grint) y Hermione Granger (Emma Watson), deben seguir buscando los horcruxes o reliquias de la muerte, en los cuales radica la inmortalidad de Lord Voldemort (Ralph Fiennes), el cual ahora es mostrado sin ningún tapujo; produciendo, la verdad, mucho menos terror que en las primeras cintas, cuando no se le veía.

Como es de suponer, en esta cinta se produce el enfrentamiento final entre Potter y Lord Voldemort, con un importante rol del nuevo director Hogwarth, Severus Snape (Alan Rickman) ; y se develan muchos secretos o interrogantes que, en forma inteligente, se fueron acumulando durante las siete películas anteriores, por lo cual se justifican también todos aquellos efectos especiales que le dan más suspenso y fuerza a las acciones, sobre todo aquellas que hacen viajar al pasado al espectador o que demuestran las dotes mágicas de los personajes.

De este modo se justifica también la aparición de personajes ya fallecidos como Albus Dumbledore (Michael Gambon), Sirius Black (Gary Oldman), Remus Lupin (David Thewlis) y los padres de Potter; y de otros nuevos como el hermano de Albus, Aberforth (Ciaran Hinds).

No obstante llama la atención el verdadero desfile, como en una despedida, de todos los personajes interpretados por grandes actores y que pasaron por las versiones anteriores: Ollivander (John Hurt), Bellatrix (Helena Bonham Carter), Minerva McGonagall (Maggie Smith), Molly Weasley (Julie Walters), Horace Slughorn (Jim Broadbent), Sybil Trelawney (Emma Thompson) y Rubeus Hagrid (Robbie Coltrane), en un resumen del mágico mundo creado por la autora británica, ya instalado dentro de la cultura de masas de principios del nuevo milenio.

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