La antigua técnica de la Teneduría de Libros nos habla del Debe y del Haber, válido para las columnas contables, inválido para el libro de la vida. La contabilidad registra actividades efectuadas, y lo hace en el día a día. Es su tarea, ¡bien hecho!. Pero nuestro país no se reduce a un libro de contabilidad, cual es lo que ha estado haciendo concientemente nuestra clase política, el día a día, sometiendo a la ciudadanía a proyectos políticos tipo retail, o por el contrario, a proyectos tipo fascista como el TranSantiago o HidroAysén.
Miopía pura. El corto plazo sin mirada de futuro, o por el contrario, proceder sin preguntar -casi un “avanzar sin transar”, de Andrés Pascal de los 70- , traducida en el nuevo milenio en megalopolía proyectual de emergencia y algo eufórica. Como no se pensó antes, tenemos que actuar ahora. El sistema de transporte capitalino no funciona, se asemeja a un boxeador después de la pelea, está lleno de parches y cortaduras, tiene hielo en la cabeza y le han suministrado una buena dosis de aspirinas. HidroAysén puede tener el mismo destino, con el agravante que no se limita a una territorialidad administrativa, sino que incluye a toda la nación.
Quizás en esa relación podamos entender la crisis política que vivimos hoy. Los de a pie, se están aburriendo de que la clase política le siga vendiendo promesas retail, o de respuestas a “los problemas reales de la gente”, sin preguntarle, y sobrepasándola completamente. Si no fuere por el astuto sistema de “ablandamiento social” empleado por la Concertación en los días del TranSantiago, las llamadas mesas urbanas, fragmentación que gobiernos de izquierda generaron en la ciudadanía vía una estrategia de derecha, aparente consulta ciudadana, más consumo desenfrenado y endeudamiento irresponsable, si ese individualismo no se hubiere instalado en nuestra cultura, otra habría sido la respuesta de los usuarios.
Debería entenderse que el votante ya no desea ser solo un consumidor, por eso la gente ha salido a la calle, como no se veía hace muchos años. Algunos nostálgicos querrán ver un modesto Mayo del 68, otros una latina Primavera de Praga, nada de eso ocurrirá pero, ¡por favor dediquémonos a pensar, y por un momento, no compremos ni hagamos nada, salvo: Pensar!
Resulta altamente sintomático ver marchar unidos a los dirigentes estudiantiles de la Federación de Estudiantes de la PUC y de la U. de Chile, de las universidades privadas y de las estatales, más aún la sintonía fina que se da en los hechos entre los rectores Víctor Pérez e Ignacio Sánchez, alineados en la demanda de un sistema de educación superior de calidad, inclusivo y concientemente propenso a la mayor justicia posible. Particular importancia tiene el cuestionamiento que se hace al “sistema de Acreditación Superior”, ejemplo de proyecto político retail. Tanto gastas, tanto compras, tanto de doy.
La autoridad política debiera sentarse a pensar con las universidades, el proyecto de país que entre todos queremos lograr, pero no mesas de diálogo incruento, como sucedió con los “pingüinos”. En aquella oportunidad se ocupó la estrategia de la medusa. Perseo tenía la espada y cortó las cabezas que pudo y aparentemente salió victorioso, pero como fue una solución retail, las cabezas desperdigadas se vuelven a levantar y piden lo que les corresponde, y ahora … son más, se llaman energía, educación, representatividad, y la lista sigue.
Esto deberíamos leer en un nuevo Humanista.