En la calle, un letrero publicitario anuncia que, tras una larga escalera, en el segundo piso de un inmueble de calle Pedro Montt, funciona una academia de artes marciales que le enseña a los porteños a cómo defenderse en caso de un asalto o de ser víctimas de la prepotencia delictual que impera actualmente. Pese a que aún es temprano para que lleguen sus alumnos, Guillermo Valenzuela Fuentes, de 53 años, se acerca presto para atender las solicitudes de quienes quieran adentrarse en los misterios de la disciplina American Kempo, la panacea de quienes desean enfrentar una situación extrema en la calle con la soltura de Van Damme o Steven Seagal.
– Guillermo, ¿cuánto tiempo llevas practicando artes marciales?
“Llevo 30 años. Primero practiqué taekwondo, luego kempo kárate, y posteriormente luego chaolin chan, donde llegué a segundo dan”.
¿En qué consiste el American Kempo?
“Consiste en una disciplina en donde las técnicas son más efectivas, no hay posiciones. Se le enseña al alumno a defenderse, según como sea el ataque. El American Kempo es la defensa personal callejera, enseñamos de todo”.
– ¿Quiénes lo pueden practicar?
“Cualquier persona puede hacerlo, niños, mujeres, jóvenes, no hay edad, gente gordita, inclusive”.
– ¿Por qué llega la gente aquí?
“Muchos vienen por los tiempos en que estamos viviendo, debido a los asaltos quieren aprender defensa personal. Hay personas que no se deciden, una vez una persona se demoró 7 meses en entrar a la academia. Ahora es mi alumno y está muy satisfecho”.
– ¿Qué le cuentan sus alumnos cuando llega a la academia?
“La gente cuenta que la asaltaron y no supo qué hacer, que le quitaron todo. Estando acá, las personas se sienten más seguras porque yo le enseño a hacer toda clase de técnicas, usar el codo o bloquear y golpear a la vez con el antebrazo”.
– ¿Máquinas de pelea?
“Yo les enseño a la gente que si tiene un problema se defienda, pero apenas pueda ver un espacio, mejor arranque. Un soldado que arranca sirve para otra batalla, porque en caso de que le pueda hacer daño al asaltante, quien va a ir preso va a ser usted”.
– ¿Algún ejemplo que dé crédito a su enseñanza?
“Tengo un alumno que es guardia en Concón. El otro día, luego de salir de clases conmigo, al llegar a su trabajo se encontró con que estaban asaltando a un compañero. De inmediato tomó al asaltante, le aplicó las técnicas que le enseñé y cuando se dio cuenta estaban sus compañeros, a su lado, aplaudiéndolo. ‘No sé como lo hice sensei’, me dijo”.
– Impresionante…
“A otro joven le metieron la mano al bolsillo cuando subía a la micro. Él se bajó, le hizo una técnica de golpe al sujeto y lo dejó en el piso”.
– Y a usted, ¿lo han tratado de asaltar?
“Una vez iba con dos bolsas del supermercado en calle Uruguay. No sé cómo me pillaron, pero yo iba en otra. De repente me metieron la mano en el bolsillo pero no le di importancia pensando que era un amigo que me hacía una broma. Menos mal que no tenía plata en ese lugar, el asaltante arrancó sólo con papeles. Le dije unas cuantas cosas al sujeto, pero ya lo voy a pillar”.
– ¿Qué le parece la situación de inseguridad que se vive?
“Yo encuentro que estamos mal. La gente no sabe defenderse. Los carabineros no saben defenderse, debieran tener una preparación en defensa personal buena, porque en la tele se ve que nadie les tiene respeto. Me gustaría enseñarle a la policía para que defiendan al pueblo”.
– ¿Alguna vez ha sentido ganas de darle una paliza a quienes asaltan a la gente?
“Hay que reconocer que dan ganas, pero yo enseño a mis alumnos que hay que ser humilde. Esto es para defenderse y no para salir a pelear. A los que llegan acá con esa intención yo los ‘cacho’ al tiro y después no vuelven más”.
Publicado originalmente en El Observador el 26 de Agosto de 2006.
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