El Ministerio de Educación ha publicado los ingresos económicos que perciben los profesionales que estudiaron carreras técnicas (www.sies.cl) en contraste con los trabajadores provenientes de carreras con licenciatura. Esto evidencia que estas carreras son mucho más eficientes en la colocación laboral y en responder de manera oportuna a las demandas del mercado. Por ejemplo, al cuarto año de trabajo los ingresos promedio de las carreras técnicas son de $520.000 y si lo enfocamos a las 10 primeras carreras mejor remuneradas este promedio sube a $750.000. Con estos datos son superadas muchas de las carreras tradicionales en el mismo periodo. Esta ventaja no sólo se refleja en estos indicadores sino que también en una más corta duración de las carreras técnicas, por lo que los jóvenes salen al mundo productivo en el peak de su rendimiento laboral (20-22 años) y además son más sustentables en el presupuesto familiar, ya que se recupera más rápido la inversión.
Por mucho tiempo la sociedad ha diferenciado entre carreras técnicas y carreras con licenciatura, con una “mirada social”, o sea, las carreras técnicas se perciben con un status social menor frente a un ingeniero. Esta mirada se ha desarrollado durante largo tiempo netamente por diferencia de los ingresos. Pero al variar esta relación de ingresos o al menos a acortar la brecha, es más fácil ver que las diferencias radican en el rol desempeñado. No necesariamente una es más importante que la otra, sólo son diferentes e importantes, porque el trabajo del técnico no puede ser desempeñado por un ingeniero y viceversa. Actualmente en un mundo industrial se necesitan profesionales innovadores y capaces de desarrollarse integralmente, con un perfil marcado donde sepan qué hacer, que tengan una experiencia en terreno y un contacto más directo con la realidad. Las políticas públicas educacionales deberían avanzar más decididamente hacia un fomento de las carreras necesarias para el país, un claro ejemplo es la ayuda que se da a las pedagogías y sin duda un principio estratégico son los profesionales técnicos.
En las instituciones de educación superior no hemos sido capaces de dar abasto a las demanda que tiene la industria, pero a la vez debemos tener cuidado en no caer en una desregulación en esta área. Es por esto que la política pública debería diferenciar las áreas que se quieren fomentar y establecer de manera clara los estándares de calidad que se quieren dar:sólo a modo de ejemplo, el 90% de de las 10 carreras con más alto ingreso, provienen del área tecnológica (mecánica, electrónica, salud, etc.) las que marcan una diferencia sustancial con otras áreas. Actualmente la calidad no es homogénea, un dato revelador es el que arroja la Sexta Encuesta de Juventud: alrededor del 55% de los jóvenes no trabaja en lo que estudia. Este dato es altamente preocupante, desde la eficiencia de los recursos públicos, de los esfuerzos familiares y obviamente de la relación empresa – universidad. Todos estos efectos deben ser tomados de manera urgente para un diseño país en el fomento eficiente de un recurso escaso, lamentablemente hoy no da lo mismo qué y dónde estudiar. Los desafíos del futuro son alcanzables en la medida que podamos avanzar de manera más rápida en una alianza estratégica Gobierno-Instituciones de Educación Superior-Empresa porque sin duda este círculo virtuoso es el que nos llevará al desarrollo del país.
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