Moriré en Valparaíso

Juan Ayala es director del Departamento de Estudios Humanísticos de la UTFSMEste gringo de Milwaukee ha demostrado en sus dichos y sus obras su profunda vocación de servicio hacia “este puerto (que) amarra como el hambre”, parafraseando al Gitano Rodríguez. Para dilucidar el enigma del nombre preguntémonos primero, ¿por qué se escribe, por qué leemos, por qué lanzamos un libro? Lanzar señala el gesto de “arrojar a la existencia”, en el decir de Ortega. Parido e instalado el crío en el mundo, tiene que demostrar que ya puede pararse solo. También lanzar tiene que ver con el impulso físico que damos a algo, después de todo un libro es un objeto, con cuerpo: vestido, esqueleto y carnes; las tapas, el sistema de empaste, las páginas.

Pero como cuerpo también tiene espíritu, y como tal lo podemos leer en el intertexto, no está en las palabras, está antes, después, o entremedio de las palabras. ¿Cuál es el espíritu de este libro? Se escribe para los lectores, solo así el espíritu se socializa, se comparte transformando el “ethos”, o sea se propone una “Teoría de la Vida”, y en este caso es ¿un afuerino? quien nos la propone. Leemos y escribimos porque pensamos, y todo porteño debe desarrollar una actitud crítica ante la realidad, debe generar opinión pública, y como habitante de un puerto, puerta abierta al mundo, debe dejar a un lado los dogmas, y exponerse al libre ejercicio de las ideas, donde solo su razón debidamente fundada sea su guía. ¿Pero esto es posible en Valparaíso?, ¿puede la razón despejar el dominio de la emoción?

Todd Temkin como poeta ejecuta un ejercicio de develamiento de la realidad, de una manera conciente, pero con total inconciencia. Tal como confesara el día del lanzamiento, comienza a escribir esgrafiando unas letras, luego palabras, hasta que a medio camino de la hoja, sus decires toman fuerza y sentido, y al terminar su columna dominical, se encuentra sorprendido por que la criatura ya ha nacido. Dijera “debe sorprenderme a mi primero, para que luego sorprenda a sus lectores”.

Este escritor porteño apunta sus palabras a la conciencia de la ciudadanía y del país, de obligaciones de nuestras autoridades nacionales, y poniendo el acento en lo que falta, pero presentando lo que ya existe, y ello es ante todo ese amor por Valparaíso, y lo hace como buen escritor, sin pedantería libresca, con humor y fina ironía, sin temer recurrir al sarcasmo cuando lo cree necesario, pero sin herir, salvo a la piedra de escándalo cual es la desidia pública, o la pereza administrativa, ilustrando a sus lectores que no dejan de lado la emoción cuando defienden a su puerto. Temkin concentra razones y emociones. Afirmáramos en la ceremonia: Valparaíso es un ejemplo de piedad, del vecino con su vecina, del bolichero con su cliente, y esa piedad es un activo que debiésemos exportar a todo Chile, contribuiríamos a recuperar el alma nacional. Temkin asintió agregando, que Valparaíso es más que cada uno de nosotros, pero, somos nosotros quienes conformamos el alma de este puerto, y es a éstos a quienes se dirige su libro. El gringo no morirá en Valparaíso, porque éste ya se ha quedado a vivir en el alma de este valle del paraíso.

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