Minería autónoma: la solución eléctrica nacional

Pedro SerranoLa minería del cobre es el mayor bloque de consumo eléctrico del país, de acuerdo a un estudio de Cochilco, publicado en enero de 2010. El consumo proyectado alcanzaría a los 27.120 gigawatts/hora en el año 2020, comparado con los 17.790 del 2008, vale decir, crecería a una tasa de 3,6% y el alza en los doce años sería del 52,5%. Esto considerando el crecimiento esperado sólo de la industria minera del cobre. Para entender cuánta energía es esa, el mismo informe explica que el consumo eléctrico es el 53% del total de consumo energético de la minería del cobre y que este volumen de energía eléctrica consumida sale del SING, Sistema (Eléctrico) Interconectado del Norte Grande y explica el 82% de las ventas de electricidad del SING; vale decir, la minería del cobre consume 4 veces el consumo total de las ciudades e industrias de la región norte. Pero además compra el 17,5% del las ventas del SIC o Sistema Interconectado Central, algo así como la sexta parte del consumo eléctrico entre Taltal y Puerto Montt.

No se puede negar: solo la minería del cobre consume en Chile en torno al 33, 7 % de la energía eléctrica de los dos principales sistemas de transporte y distribución de energía eléctrica del país. Lo que dice entonces el informe, es que esta demanda va a subir en cantidad neta y -de no mediar algún milagro tecnológico de eficiencia- va a mantener su porcentaje en la década siguiente. Para colocar todo esto en castellano: un tercio de toda la energía eléctrica que se consume en Chile se usa y usará en la minería del cobre. Eso explica por qué se asegura que el sector eléctrico chileno debe crecer casi al doble y explica también a Hidroaysén, Castilla, Isla Riesco, Punta Cachos o Punta Choros, algunas propuestas nucleares y todas las otras oportunidades de negocios eléctricos que tientan a capitales nacionales e internacionales. Esta electricidad no es para el sector público residencial ni tampoco es para el sector transporte. Es para el sector minero industrial,y claramente para la minería del cobre. Es tan buena la perspectiva de negocio que, mirado desde afuera y en vista del lucro posible, es probable que la contaminación, el deterioro de los suelos y el uso indiscriminado del agua y otros tantos maleficios sean superados por la ciega búsqueda del dinero y el poder aparejado a tan fantástico negocio.

Si sacamos al sector minero, en específico la minería del cobre, entonces Chile no necesita duplicar su matriz energética ni mucho menos. De tanto repetirlo sin fundamentos específicos, nuestros políticos usan la duplicación necesaria como un acto de fe. El asunto central de esta columna es proponer (proponer no daña a nadie) que siendo el cobre tan excelente negocio -sólo Codelco registró en 2009 excedentes por US$ 4.069 millones (y eso que bajó)-, sean los propios proyectos de las cupríferas los que financien su propia generación eléctrica. Ya bastante poco se queda en Chile de la extracción de sus metales y uso de las aguas, todo ello perteneciente a los chilenos, más la contaminación asociada que sí se queda, que resulta un poco fuerte sacar tanta energía del SlC y El SING para un solo uso. Cada gran empresa minera del cobre debiera adjuntar a su proyecto la generación de su propia energía eléctrica, eso sí, sin contaminar demasiado. Es una inversión que al final les hará ganar más dinero, no me cabe duda, pero bajará de todas formas la presión sobre el sistema eléctrico del resto del país. Así Chile no necesita mega intervenciones catastróficas como Hidroaysén o Castilla. Fabricar la propia energía a esa escala no es tan difícil.

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