Todas llevamos una maraca dentro

Bernardita Ruffinelli1. La Maraca Clásica: Esta es la madre de todas las maracas, vive del sexo y cobra por él, unas más caras que otras, unas más ricas que otras, unas más maracas que otras. No hay mucho que decir de ellas, aparte de que su trabajo es la válvula de escape para que muchas relaciones no revienten.

2. La Maraca Aspiracional: Esta no cobra directamente en efectivo, pero muchas veces acepta retribuciones en especies, pero por sobre todo en status. Por lo general son de familias de clase media o baja; claro, las de clase alta no necesitan de un hombre para escalar en la montaña social. Se les nota a la legua el objetivo, suelen fijarse en hombres de profesiones tradicionalmente muy prestigiosas. Si usted es técnico en algo, olvídese de ellas.

3. La Maraca Beata: Esta es de las que me dan más miedo. Son santurronas las weonas, pero le menean el culo a todos. Se manifiestan pechoñas fuerte y claro, pero a la salida de misa le comen el pololo a la compañera del EJE y después se confiesan. Se visten muy recatadas y hasta usan aritos de perla, pero andan con la maldad a cuestas debajo del chalequito con rombos. Son como las bulímicas, se pegan los atracones brutales y después la culpa las corroe, se confiesan y van por más.

4. La Business Class Maraca: Es sofisticada y se viste bien. Le gustan exitosos y ella misma es exitosa, pero la muy zorra se aprovecha y se calzonea a todo el mundo. Es la chacal de la calentada de sopa y toma la conquista como deporte aventura, y eso es lo que la convierte en maraca. No necesita cobrar porque tienen lo que necesita, pero su ego la traiciona y maraquea sólo para sentirse deseada.

5. La Maraca Encubierta: Es parecida a la Beata, pero sin el componente religioso. Ésta va con actitud de virgen por la vida, pero yo diría que se los ingiere de costado.

6. La Maraca Asumida: Está orgullosa de su condición de maraca, no cobra pero disfruta. Es esa mujer que se entrega a los placeres de la carne sin prejuicios ni reproches. Tildada de fácil, de promiscua, de casquivana y suelta de trenzas, es la envidia de las mismas que la critican. Su vida no es fácil, tiene que lidiar con el escarnio público, pero tiene lejos los mejores domingos. Muchas la envidiamos.

Nota TP: Si quieres leer más textos de Bernardita Ruffinelli, visita su hilarante blog.

1 comentario

  1. Bernardita,
    Me quedé con gusto a poco. Este temita tiene mil definiciones por explotar por lo que espero la segunda parte de su crónica para encontrar «mi tipo de maraca».

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