Nadie podría negarse a saludar y aceptar las molestias que ello implica, y se valora por parte de la opinión pública. Sin embargo, es preciso señalar que Chilquinta tiene la obligación de hacerlo y su acción es fundamental para evitar que se repitan situaciones como lo ocurrido en calle Serrano que terminaron con la vida de personas y daños irreparables para el patrimonio de Valparaíso. Todo hasta aquí bien, pero hemos visto cómo en forma sistemática se han ido rompiendo soleras y calzadas, con cerámicas y baldosas incluidas, cuya reposición se ha realizado sólo con hormigón, en muchos casos de mala calidad cuyo deterioro ya se encuentra a la vista.
Chilquinta es una empresa distribuidora de energía eléctrica, íntimamente ligada a los destinos de Valparaíso, con sus oficinas centrales en esta ciudad y con rentabilidades suculentas. Todo lo anterior hace incomprensible la falta de profesionalismo en la ejecución de estas obras y la falta de respeto y compromiso con nuestra ciudad que fue reconocida por la Unesco como patrimonio de la humanidad por su sobresaliente belleza histórica.
Pero ¿quiénes son los encargados de conferir estos permisos y fiscalizar por el fiel cumplimiento de una reposición en calidad y cantidad? A saber, Dirección de Obras municipales y Serviu, quienes hasta ahora parecen invitados, apartados y carentes de compromiso y fidelidad con nuestra ciudad. Nuestras distinguidas y bien preparadas autoridades de los servicios públicos implicados, ¿caminarán por las calles porteñas que diariamente transitamos? Si lo hacen, ya deberían haberse percatado de este desastre y sabrán que la responsabilidad de mantener la imagen viva de Valparaíso no es sólo de los porteños sino también de ellos.
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