Marcelo Bielsa: Pan y circo, y algo más

Juan AyalaTuve la oportunidad de compartir brevemente con el mentado técnico en el tradicional Bogarín de Valparaíso. Encontré a una persona locuaz, abierto a sonreír y charlar. Lejos estaba de la mudez con que entrara al salón presidencial, esa mañana de saludo protocolar. ¿Solo un cambio de contexto? ¿Quizás le atrae el encuentro ciudadano, con el de a pie, y no gusta del boato?

Su sensibilidad política y social no es tópico de discusión, es deber respetarla, pero en virtud de haber ocupado un espacio de connotación pública, todo lo que hiciera estaba a la luz. Por lo tanto todos sus gestos y acciones se trasuntaban en opinión pública, cuestión que al insertarse en una actividad deportiva que factura anualmente miles de millones, lo expuso al ojo crítico de quienes manejan cuotas de poder.

Cabe preguntarse, ¿cuál sería la actitud de Julio Martínez (JM), o del mismísimo Carlos Dittborn, visto el actual escenario de fuertes transacciones económico financieras del otrora fútbol amateur? Sostengo que Marcelo Bielsa habría alcanzado una figuración parecida por sus éxitos deportivos, pero no habría caído como cayó ¿momentáneamente?, salvo que –como ocurrió– ocupara los medios de prensa para proteger a su jefe.

En el Chile de hoy, todo se transa, todo se consume. “Porque no tenemos nada queremos hacerlo todo”, eso ya no basta, ahora cabe “lo queremos todo porque nos falta esa parte que tú tienes”. La rentabilidad del negocio fútbol, no es distinta a otros, no obstante hay algo que no cambia desde los tiempos del Wanderers (el inglés), los hinchas, los de a pie, que saben y entienden del modelo, continúan marchando a los estadios a vivir una “fiesta deportiva”.

Ese hombre – masa es el que la noche de la ¿despedida? del técnico trasandino, voceó su nombre en seña de aprobación, y esa misma voz espetó el nombre del entonces nominado presidente de la ANFP, después inhabilitado. Fue una noche espesa en Ñuñoa, pero consecuente con el carácter chileno la vocería de 45 mil almas fue dentro de un marco de desafección real. Las cosas se sienten, pero no tanto.

Cabe preguntarse, ¿por cuánto tiempo esos 45 mil hinchas recordarán al técnico? ¿Cuántos goles de la Roja de todos obnubilarán el recuerdo? Aunque cueste creerlo, lo que pasó en la despedida no es tan lejano a lo que ocurrió en la capital cuando se inició el “TranSantiago”. El chileno expresa su disconformidad, pero lo hace en silencio, lo que es peligroso puesto que anida centros de insatisfacción social. Quizás basten unos goles más, así como bastaron unos buses más. A lo mejor veremos goles de acercamiento, y goles troncales, pero en el fútbol el agravante es que la entrada a los estadios no la subsidia un acuerdo del Parlamento, ese peso extra viene de cada chileno real.

Lamentablemente la inhabilitación reglamentaria que afectó al nunca asumido nuevo presidente, permite suponer que el giro que dio el Directorio de la ANFP, no viene de la rechifla del Nacional, más bien es el propio sistema que se protege a sí mismo, esto lo saben los sociólogos, que “todo cambie para que todo siga igual”. La ciencia política supone sistemas de coerción y control social, la instalación de “dispositivos de escucha ciudadana”, micrófonos que diluyen el Coro del Nacional, que, en tanto son de escucha efectiva construyen respuestas a pedido. Si sumamos al control sistémico la desafección, o sea el des – afectarse (afecto) por el bien común, llegamos a esa moraleja tan antigua, “al pueblo pan y circo”.

1 comentario

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*