«La gran deuda de la poesía chilena es con el lector»

Durante tres días, cerca de 50 poetas chilenos -consagrados y emergentes- se darán cita en la Ciudad Puerto recitando sus creaciones en lugares tan disímiles como La Sebastiana y las lanchas del muelle Prat. «El objetivo genital del evento -cuenta Andrés Urzúa- es pensar Valparaíso como un escenario natural para el despliegue poético, intentando generar un paréntesis en el transcurso cotidiano de la
ciudad».
¿Cómo se evalúa, entre los organizadores, el estado actual de la poesía chilena?
Paradójicamente, pese a que nuestro evento se autodenomina «Encuentro de Poesía Chilena», creo, y esto lo señalo de manera absolutamente personal, que es difícil hablar de poesía chilena. Lo que hay en este Chile, básicamente, es poesía, la cual surge de una urdimbre de tradiciones literarias y extraliterarias totalmente heterogéneas. Así, más que poesía chilena, lo que hay es una diversidad de poéticas que circulan simultáneamente: poesía política, poesía femenina, poesía mapuche, poesía social, poesía literatosa, poesía de la imagen, poesía lingüística, poesía del cuerpo, etcétera. ¿Cómo evaluar, entonces, el estado de la «poesía chilena actual»? Creo que, sin duda, a partir de la heterogeneidad, lo que, a mi juicio, es sumamente enriquecedor, sobre todo porque me da la impresión que nuestra poesía tiene, por decirlo así, «elevados estándares de calidad». De esta manera, si bien conservo la idea de que la poesía chilena es rica y diversa, pienso que hay una deuda sumamente grande, la que tiene que ver con la otra cara de la poesía (y quizás la más importante): el lector.
Recientemente, una encuesta señaló que los lectores chilenos están leyendo cada día menos poesía. ¿Qué queda entonces del Chile, país de poetas?
A ver, habría que partir desmintiendo el slogan. Eso de «Chile, país de poetas», probablemente guarda relación con un hecho inexplicable que no puede ser otra cosa que una maravillosa excepción. Me refiero a la irrupción volcánica de cuatro poetas chilenos contemporáneos inaugurales, los cuales convivieron sumaltáneamente en esta franja de tierra: de Rokha, Huidobro, Mistral y Neruda. Ahora bien, tampoco es verdad que ellos aparecen de la nada. A partir de ahí, de esas enormes excepciones, es probable que se haya asentado una tradición poética, la cual traería sus fuertes réplicas en autores de la talla de Parra, Anguita, Rojas, Lihn, Teillier, Millán, entre muchos otros.
Ahora bien, habría que revisar acuciosamente la tradición poética actual y futura para ver si se prolonga el slogan, pero la verdad es que aquello, más allá de servir como una frase publicitaria para vender la imagen de Chile al gobierno de turno, no tiene mucha relevancia.
El caso de la falta de lectura es el relevante. Probablemente uno de los problemas de la poesía es que no se ha instalado en el mercado. No sé si aquello responde a una cuestión de principios éticos (a un rechazo soterrado por parte del mundo editorial al capitalismo) o si es cuestión de falta de gestión y de habilidades mediáticas. Más que claro está que hoy, para vender un producto, es necesario aparecer, pero bueno…
En este sentido, falta una gestión política cultural que apunte justamente a crear una masa lectora, la que permita a los escritores vivir no de los premios y las subvenciones del estado, sino de la misma venta de los libros. Falta, también, subvencionar y estimular al mundo editorial. Faltan, en síntesis, muchas voluntades y esfuerzos para que la frase no siga siendo simplemente un slogan.

Durante tres días, cerca de 50 poetas chilenos -consagrados y emergentes- se darán cita en la Ciudad Puerto recitando sus creaciones en lugares tan disímiles como La Sebastiana y las lanchas del muelle Prat.  «El objetivo genital del evento -cuenta Andrés Urzúa- es pensar Valparaíso como un escenario natural para el despliegue poético, intentando generar un paréntesis en el transcurso cotidiano de la ciudad».

– ¿Cómo se evalúa, entre los organizadores, el estado actual de la poesía chilena?

AU: Paradójicamente, pese a que nuestro evento se autodenomina «Encuentro de Poesía Chilena«, creo, y esto lo señalo de manera absolutamente personal, que es difícil hablar de poesía chilena. Lo que hay en este Chile, básicamente, es poesía, la cual surge de una urdimbre de tradiciones literarias y extraliterarias totalmente heterogéneas. Así, más que poesía chilena, lo que hay es una diversidad de poéticas que circulan simultáneamente: poesía política, poesía femenina, poesía mapuche, poesía social, poesía literatosa, poesía del cuerpo, etcétera. ¿Cómo evaluar, entonces, el estado de la «poesía chilena actual»? Creo que, sin duda, a partir de la heterogeneidad, lo que, a mi juicio, es sumamente enriquecedor, sobre todo porque me da la impresión que nuestra poesía tiene, por decirlo así, «elevados estándares de calidad». De esta manera, si bien conservo la idea de que la poesía chilena es rica y diversa, pienso que hay una deuda sumamente grande, la que tiene que ver con la otra cara de la poesía (y quizás la más importante): el lector.

– Recientemente, una encuesta señaló que los lectores chilenos están leyendo cada día menos poesía. ¿Qué queda entonces del Chile, país de poetas?

AU: Habría que partir desmintiendo el slogan. Eso de «Chile, país de poetas», probablemente guarda relación con un hecho inexplicable que no puede ser otra cosa que una maravillosa excepción. Me refiero a la irrupción volcánica de cuatro poetas chilenos contemporáneos inaugurales, los cuales convivieron sumaltáneamente en esta franja de tierra: de Rokha, Huidobro, Mistral y Neruda. Ahora bien, habría que revisar acuciosamente la tradición poética actual y futura para ver si se prolonga el slogan, pero la verdad es que aquello, más allá de servir como una frase publicitaria para vender la imagen de Chile al gobierno de turno, no tiene mucha relevancia. El caso de la falta de lectura es el relevante. Probablemente uno de los problemas de la poesía es que no se ha instalado en el mercado. Más que claro está que hoy, para vender un producto, es necesario aparecer. En este sentido, falta una gestión política cultural que apunte justamente a crear una masa lectora, la que permita a los escritores vivir no de los premios y las subvenciones del estado, sino de la misma venta de los libros. Faltan, en síntesis, muchas voluntades y esfuerzos para que la frase no siga siendo simplemente un slogan.

> Revisa la programación de este encuentro poético.

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