Hay una opinión generalizada de rechazo en la opinión pública por la acción de un grupo de vándalos y a veces delincuentes, que actúan con impunidad bajo el alero de miles de personas que participan en los eventos masivos que se realizan en Valparaíso. A raíz de esto las autoridades locales anunciaron la posible restricción a la venta de alcohol, como la gran solución al problema de la conducta de los jóvenes que participan en este tipo de eventos en Valparaíso.
Lo anterior me recuerda a don Otto, que vendió el sillón para evitar que los amantes se encontraran. Parece una medida irreflexiva de quien no entiende el problema y emite juicios irresponsables y carentes de fundamento. Ejemplo de esto, lo dicho por el gobernador provincial Pablo Zúñiga que señaló que los grupos “góticos” fueron responsables de los desórdenes. Esto es simplemente no tener idea. ¿Por qué un evento tan masivo y popular entre los jóvenes –con expresión artística “diversa”-, ha puesto en jaque la seguridad pública y en algunos casos la propiedad?
“Mil Tambores” ha dejado al descubierto la carencia de profesionalismo en la organización del evento, y agravado por la creciente masividad y la complejidad de los grupos que se han referenciado con este. El diseño y condicionamiento al cumplimiento y revisión de las autoridades, con una mirada complementaria de calidad y seguridad, sin duda habría tenido efectos en el resultado. La institucionalidad -expresada en las autoridad municipal y/o regional- ha subestimado los alcances que este evento adquirió, dejándolo como una actividad de carácter privado y no como un evento que requiere control e involucramiento para garantizar un aporte y no un lastre para la ciudad.
Una mayor presencia policial preventiva, que involucre a ambas policías, y en general a los servicios públicos, opera como un factor disuasivo previo que en muchos casos evita la represión. El control de inteligencia de terminales de buses, las redes de microtráfico, el control de identidad sostenido, la segregación de espacios para cada una de las actividades, etc. son algunas medidas complementarias que pueden agregarse a la actividad de control previo. Pensar que el cierre anticipado de botillerías detendrá el consumo de alcohol, es infantil e irresponsable, ya que bastará con la compra de alcohol anticipada, y complementariamente podría aumentar el clandestinaje y otros ilícitos asociados. A un paso quedamos de cerrar pubs y restaurantes, “vender el sillón y la casa”.
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