La primera escena es más o menos así: los “ojos rojos” –sí, tal como el ya afamado documental- y la lágrima a punto de caerse. A 9.300 kilómetros, en un estadio del que por primera vez oímos –Mbombela- once jugadores chilenos y otros 5 mil compatriotas en las tribunas entonan el himno patrio. Es fútbol, y a la vez es más que eso, compruebo mientras dejamos los cafés de lado y nos dejamos hipnotizar por aquella melodía tantas, tantas otras veces oída.
La segunda escena ocurre exactos 34 minutos después. A 9.300 kilómetros, en ese estadio bendito del que memorizaremos el nombre, Matías Fernández se acuerda de sus buenos tiempos, le mete un pase profundo al “Huaso” Isla y este la centra para que Jean Beausejour, el “Palmatoria”, la clave en el arco hondureño. Chile está ganando 1 a 0, con propiedad, y el relato de Claudio Palma, el mismo del CDF, alcanza a erizarnos la piel. Es fútbol, y a la vez es algo más: es alegría legítima, de esa contagiosa y general, de las que pocas veces experimentamos como nación.
La tercera escena viene 74 minutos más tarde. El árbitro de Seychelles –una mera anécdota a esta altura, pese a los centenares de puteadas que sus cobros generaron– pita el final del encuentro, y medio Chile quiere fundirse en ese abrazo triunfal que los 23 gladiadores se dan en el centro del Mbombela Stadium. Los “ojos rojos” siguen igual, y la lágrima al final no cae de puro pudor de que los compañeros nos vayan a ver llorar. La “Roja” ha ganado, y al fin dimensiono lo que está ocurriendo: por primera vez en mi vida puedo ver (aunque sea a 9.300 kilómetros de distancia y por la tele) un triunfo nuestro en una Copa del Mundo.
Los mitos están para romperse, digo, mientras contengo la lágrima y me fundo en un abrazo con los “gladiadores” que madrugamos para presenciar la histórica justa. Y aunque la gracia no está todavía completa, me consuela que esto no sea sólo fútbol: se trata de la alegría nacional y el corazón, sobre todo, y si sólo fuera por eso, ya me siento como si hubiéramos levantado la Copa.
Muy buen reporte primo.