Entrevista a Mauricio Candia, ex seremi de Transportes de la Región de Valparaíso

TP: ¿Cuáles son los hitos del TMV?

MC: “Mejoramos el tipo de buses que existía, disminuimos la antigüedad de los buses, mejoramos la estética, incorporamos tecnología y sistema de cobros de boletas de garantía. A partir del TMV, la autoridad tiene más herramientas para controlar el sistema de transporte público, cuya cantidad de buses está ajustada a la demanda de pasajeros. Al final le incorporamos una rebaja de tarifa: en este momento ir de Playa Ancha a Viña cuesta 370 pesos, un valor de tarifa bastante bajo muy abordable para la comunidad. ¿La deuda? El problema de los conductores yo lo calificaría como estructural y no pasa por el marco jurídico que tiene la autoridad regional, ni por las que estuvieron antes, ni por las que vienen. El problema es el marco contractual del conductor y que se debe resolver en un trabajo mancomunado entre el Ministerio de Transportes y el Ministerio del Trabajo, sumado a una gran cantidad de recursos para poder atacarlo de manera eficaz».

TP: Sin embargo, siguen los problemas de siempre como las 15 horas de trabajo diario de los conductores.  ¿Cómo se soluciona esto?

MC: «No tiene ninguna posibilidad de solución. Sólo es posible si la locomoción colectiva es atacada con real voluntad política en el Gran Valparaíso. Es decir, que existan los recursos para efectuar las mejorar estructurales al sistema de locomoción pública, lo que significa empresarizar el sistema, incorporar sistemas tecnológicos de cobro, mejorar infraestructura existente para que sea más conveniente para la gente, de manera que deje de lado el vehículo particular. Pero para eso se requiere una política pública mucho más agresiva en términos financieros y que los modelos de ordenadores del transporte público no dependan en su implementación sólo de obligaciones de los privados, sino que el Estado también tenga una obligación en cuanto a querer modificar el actual sistema, y para eso se requiere de recursos puestos a disposición para poder hacerlo».

TP: Actualmente un pasajero se sube y tiene que exponerse a cómo un conductor maneja con una mano, mientras que con la otra recibe el dinero y devuelve el boleto y el vuelto. ¿Cómo se resuelve esto?

MC: «Esa es la prueba más gráfica de lo que sucede arriba de un bus. No sólo es un problema de mala atención sino que el conductor también está desconcentrado efectuando su trabajo. También es un “incentivo” para que el conductor salga a buscar pasajeros como si fuera una aspiradora, con velocidad que no son las convenientes y con un mal servicio a la comunidad. La incorporación de tecnología, en este sentido, es vital. Asimismo, es fundamental empresarizar el servicio, es decir, que cada máquina no depende de un empresario en particular, sino que efectivamente sean de empresas o conglomerados, donde no compitan entre buses de las mismas compañías, sino que todas aporten a un pozo común y a partir de ahí se les pague un dividendo a todos por igual. Eso incentiva a que los circuitos que no son rentables funcionen de una manera correcta y que la velocidad de traslado sea la adecuada al ya no existir un incentivo perverso para conseguir pasajeros. Pero para eso se requiere una inversión muy fuerte. Entonces la pregunta es si la nueva autoridad estará preocupada por ejecutar una política más agresiva y de mayor impacto, y no una continuidad de un proceso que partió –el TMV- y que  cumplió sus metas iniciales. Pero ahora lo que comunidad exige no es un ordenamiento, sino un mejoramiento. Si antiguamente teníamos tres mil micros y ahora dos mil, es evidente que el TMV ordenó el sistema. Ahora lo que se requiere es que se mejore el servicio, el trato al usuario, pero para eso se requiere tecnología, recursos y un nuevo trato laboral entre conductores y empresas».

TP: ¿Crees que habrá voluntad política si durante tu gestión no la hubo?

MC: «Eso habría que preguntárselo a las nuevas autoridades. La verdad es que nosotros sí hicimos una apuesta en el gobierno pasado que era colocar la locomoción colectiva como un tema importante de la comunidad. Todos los procesos ordenadores que se implementaron han ido cumpliendo sus objetivos iniciales. Ahora, el pasar de medidas ordenadoras a medidas de mayor impacto, depende absolutamente de las nuevas autoridades y esperamos que lo hagan con fortaleza. Aplicar políticas públicas en la locomoción colectiva, es un tema bastante complejo, pues un error fácilmente afecta a cientos de miles de personas. Por eso hay que ser muy cuidados y muy ponderado».

TP: ¿Cuáles son las urgencias para la nueva licitación del 2012?

MC: «Desde mi perspectiva se debería tecnologizar el sistema de cobro, integrar con más fuerza el servicio con Merval, y el tema central es mejorar la situación contractual de los conductores y empresas, y eso significa, pasar del sistema de prestador de servicio a un sistema empresarizado. Si no se intenta atacar este último punto, lo anterior es muy difícil».

TP: ¿Las autoridades laborales podrían tener un rol más activo para fiscalizar las 15 horas de trabajo de los conductores?

MC: «Siempre. En definitiva, la forma en que trabajan los conductores pasa por una política pública vinculada al Ministerio del Trabajo. Por lo tanto, lo que puedan hacer las autoridades del Transporte y Trabajo en forma conjunta es fundamental».

TP: Es decir, la vulneración de la ley de manejar quince horas, más que una falta de la Seremí de Transportes es de las autoridades del Trabajo.

MC: «Yo no lo pondría así. La locomoción colectiva ha funcionado así durante décadas. La pregunta es por qué no se trabajó ordenando la jornada del trabajo antes. Hoy nos encontramos con conductores que trabajan exceso de horas, pero el Código del Trabajo consagra la cantidad de horas desde hace más de un siglo. Entonces, por qué no se ha intentado solucionar es el desafío que debieran intentar enfrentar las nuevas autoridades».

TP: ¿Durante tu gestión, se hizo un cálculo de cuánto se necesitaba para las mejoras fundamentales?

MC: «El modelo de TMV fue de ordenamiento, lo que se buscó fue darle más estructura al desorden que había. Se trabajó utilizando las sinergias más bien del sector privado que recursos del sector público. Para la implementación del TMV contamos con 30 millones de pesos. Uno observa lo que se gasta en el Transantiago y ahí se da cuenta de la brutalidad del centralismo. Pero fueron las reglas del juego para partir con un sistema de ordenamiento. Es de esperar que lo que venga ahora sea un sistema donde los problemas estructurales sean atacados de forma efectiva y para eso se requiere una mayor cantidad de recursos».

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