A la par, la carencia de un “relato” (entiéndase hoy como la ideas fuerzas de la gestión política) para Valparaíso, ha quedado de manifiesto. Con preocupación miramos la carencia de contenidos que promete profundizar la pauperización de la Ciudad Puerto. Durante los últimos 20 años, introdujimos en nuestro lenguaje conceptos tales como: ciudad de servicios, ciudad puerto y ciudad universitaria. Hace ya diez años, vivimos el último experimento que vitalizó el desarrollo de la ciudad: comenzamos a hablar de la Ciudad Patrimonial y el turismo. Pasados estos años y quedando poco por gastar del BID, el experimento parece agotado sin propuesta que marque complementos que lo potencien. Lo que requerimos en forma urgente, es nuevamente dar contenidos profundos que seduzcan y atraigan innovación, creatividad e inversión, o para ser realistas de acuerdo a las circunstancias, un par de ideas que den un impulso a una ciudad nuevamente alicaída.
La crisis por la que atraviesan estos municipios, no se debía a la crisis económica como nos trataron de convencer las jefaturas municipales. Los problemas financieros por los que están atravesando ambos municipios han demostrado no tan sólo las deficiencias del sistema de financiamiento municipal -con la educación y salud primaria incluidas-, sino que también la incapacidad de gestión que prometieron al momento de llamar a los electores a apoyar “el cambio” que nunca llegó.
La crudeza del ejercicio del poder y la arrogancia, deben haber inspirado la última negación a entregar los antecedentes de la gestión de la Corporación Municipal de Viña del Mar. Esto nos preocupa de sobre manera, no tan sólo por la gravedad que una autoridad se niegue a cumplir un hecho tan fundamental como la resolución de un organismo garante de la probidad y la transparencia, sino también por las dudas que engendra no querer entregar información sensible a la luz del conocimiento vulgar (extraoficial) de la existencia de un grave déficit en las arcas de dicha corporación.
Por todos es sabido que el cumplimiento de la promesa de campaña de Piñera de terminar con la delincuencia, fue casi un milagro. La prensa nacional incluyendo muchos medios de comunicación borraron de sus editoriales el problema desde el 11 de marzo. El sentido común indica que esto no podrá ser sostenido por mucho tiempo, como tampoco lo pudo ser con estos municipios que a fuerza de promesas de mejorar el empleo, terminar con la delincuencia y optimizar la gestión lograron conquistar el apoyo popular. Sin embargo, ya pasados algunos años, podemos decir que la delincuencia no disminuyó pese a los esfuerzos discursivos de las autoridades municipales. Para que hablar de la gestión. Seis años en Viña bastaron para liquidar la corporación, y Valparaíso sigue con la misma crisis que ya a estas alturas es crónica.
Convencer a estas autoridades que estos problemas eran complejos debe haber sido una ardua tarea para los asesores, o al menos quiero creer que los convencieron. ¿Habrán internalizado que su solución o abordaje, requería algo más que el sólo anuncio de un discurso al estilo cuña de Piñera? La Alianza por Chile, y en especial la UDI, nos acostumbró al populismo puro aplicado a la contienda electoral y hoy nos ha hecho presa de la carencia de conceptos sólidos para empujar nuestras comunas hacia horizontes lejanos que prometan mayor bienestar y desarrollo para nuestros ciudadanos, y no tan sólo circo y zanahorias de consumo masivo.
Como buenos ciudadanos, queremos autoridades que no se transformen en opinólogos, o a lo menos opinen sobre asuntos relevantes. Que no intenten doblar la mano de la ley y en cambio ejerzan la autoridad para la cual fueron elegidos, o a lo menos respeten el sentido estricto de su texto. Que abran sus puertas a la participación ciudadana para decidir los grandes temas que definen el desarrollo de la ciudad, o al menos respeten el sentido común de los vecinos. Que se sometan a la transparencia que obliga la ley, que es de rigor moral realizar, o a lo menos lo parezcan. Que retiren la propaganda cuando corresponda, o a lo menos finjan hacerlo como señal pública. Que cumplan las promesas con las cuales fueron electos, o a lo menos lo intenten. Queremos autoridades que nos digan qué hacer para sacar a las ciudades de su estancamiento, o a lo menos nos hagan soñar con esa posibilidad.
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