¿Qué se transformó tanto en nuestras conciencias que no reaccionamos a nada? ¿Es solamente la vorágine de un cambio de gobierno o la atención direccional de los medios hacia la inmutabilidad? ¿Cuánto nos hemos acostumbrado a la frivolidad? ¿Qué tanto de esto tiene que ver con la gestión municipal de los dos principales municipios de la región?
La frivolidad nos ha copado sistemáticamente. Al parecer salir en las revistas de magazine ha sido un activo que no teníamos en nuestro inventario, pero que la tentación por figurar terminó por superar al pudor. La farandulización de la actividad política nos terminó por invadir y culminamos con un reality que sólo ha producido pérdidas en la credibilidad de los ciudadanos. Pero este no es un negocio nuevo. La frivolidad la hemos estado viendo hace bastante rato en nuestra región, con creciente intensidad y periodicidad. Cada vez con mayor asombro y preocupación se manifiesta la falta de ideas, conceptos y orientaciones de las autoridades municipales.
Atrás quedó la idea de “Viña: ciudad de Clase Mundial” o “Viña Ciudad Bella”. Tal vez se excedieron en el concepto, o simplemente percataron que la frase era solo una bofetada a los vecinos que diariamente viven en los sectores altos de Viña, y que no ven el “avance” y desarrollo del centro de la ciudad. La conclusión para muchos, es que estos conceptos sólo fueron parte de una propuesta elitista que se circunscribió a las 20 cuadras del centro. Hoy la popularidad de la autoridad municipal se fundamenta principalmente en su simpatía personal, en menor medida al Festival de Viña y el buen ojo del equipo de gestión para apropiarse de las obras y acciones de los gobiernos de la Concertación, y en no pocas veces, la complicidad que tuvo con alguna autoridad del gobierno regional de la Concertación.
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