Marzus interruptus (Pt. 2)

erotismo

Y sí, haciendo sondeos breves -pero profundamente fehacientes sin necesidad de certificación telefónica ni de los intrincados mecanismos de la encuesta CEP-, me encuentro con que no pocos valientes sufrieron el corte del suministro amatorio durante días, semanas incluso. Hombres querendones del arrumaco subido de tono y la jugarreta aeróbica de corte sensual bajo el secreto de las sábanas, debieron comprender a sus parejas y aceptar que el terremoto las dejó con secuelas tan grandes en el “eros”, que ni el mejor dotado de la “provincia señalada” pudo convencerlas de permutar el telúrico vaivén del que tan mal nos informó la Onemi por una réplica privada, aunque fuera de esas breves.

Los más “sinceros” incluso protegían la indiferencia sexual de su fémina autoculpándose de la sequía amorosa y responsabilizándose del entendible miedo a los temblores, sin reparar que “natura non miente” (los hombres siembre buscamos “eso”) y que tal acto no pasaba de ser un arranque heroico para ocultar la verdad de fondo: que las mentes de ellas estaban tan puestas en el desastre, la destrucción y el trauma, como las nuestras en la frustración de ver el torneo de fútbol suspendido por obligación durante dos semanas.

Con los días, afortunadamente, el temor fue disipándose y la libido femenina volvió a calibrarse, para deleite de la galería viril. Un par de réplicas gloriosas alcanzaron a ser registradas por el pendiente oído de los vecinos y confundidas con un nuevo cataclismo, aunque pronto el nuevo enjambre sísmico que llegó en la “semana del cambio” volvió a fojas cero el presto contraataque masculino en lides corporales. Así, ellas cruzadas de brazos a la hora de “dormir” parecían citar al Cerati más inspirado (ese que decía “despiértame, cuando pase el temblor”), mientras nosotros yacíamos resignados, maldiciendo por enésima ocasión al cruel “Marzus interruptus”.

Pero no hay mal que dure cien días, y ya con el otoño arribado y con él su aire nostálgico, el frío obliga a arroparse más que hace un mes. Y así, sin nuevos temblores en la última semana, y con uno intentando la enésima “cucharita” maliciosa -sólo con fines de ensayo-, ellas se sorprenden sin excusa a la que echar mano. Y una cosa lleva a la otra, el “añuñú” toma ribetes de película “quíntuple equis”, las caricias retornan a su cauce libidinoso y… bueno, ustedes conocen el desenlace privado y felizcote que debe venir después del fin de una sequía tan lamentable.

¡Ánimo compatriotas: aún hay patria! Les deseo una feliz “reconstrucción” de la cartografía amatoria tan dañada por el sismo maldito.

1 comentario

  1. Jajajajaja, muy buena columna, creo que más ajustada a la realidad que aquel titualar de LUN que auguraba un boom de embarazos post terremoto. Los felicito por el sitio, siempre es bueno leer artículos que nos hagan sonreir pero con datos entregados seriamente.

    Suerte !!!

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